10.09.2018

“Vimos un video suyo en la web de Talara, mi orgullo, y por eso nos animamos a venir”, decía uno de los tres jóvenes que ingresaban animados a ver a Claudio Constantini, el joven músico que ha paseado su arte por las salas de concierto más importantes del mundo. Minutos después, Constantini, quien ha tocado con la Orquesta Filarmónica de Berlín, quizá la mejor del mundo, desplegaría en Talara esa marea musical que puede dar un nostálgico bandoneón.

“¿No era un acordeón?”, preguntaba embelesada una espectadora una hora después, mientras se oían los aplausos en el Auditorio de la Casa de la Juventud. Ella, con rapidez pues la memoria es frágil,  marcaba con un lapicero la obra que más le había impresionado: el primer movimiento del Concierto en Re menor de Alessandro Marcelo. Una obra barroca, que a pesar de haber sido compuesta hace casi 300 años sonaba actual y cósmica.

Quizá en ese hecho, el de haber adaptado obras de diversas épocas de la historia musical a un instrumento tan cálido y cautivador como el bandoneón, radicó la magia de esa noche. Porque tanto la música del francés Erik Satie –una de sus inmortales y enigmáticas Gymnopédies- como los brumosos y maravillosos amaneceres musicales del noruego Edvarg Grieg encandilaron a la audiencia talareña que ocupó el auditorio para este recital promovido por Petroperú.

Y es posible que los niños que fueron acompañados de sus padres –la plausible costumbre de ir en familia a apreciar estos espectáculos se está imponiendo en Talara- hayan decidido que la obra Adiós Nonino, que tanto les emocionó sea parte del soundtrack de su por ahora breve vida. Y que incluso, cuando peinen canas, quedé más perenne ese tango que el, por ahora, omnipresente reggaetón.

Por eso, al terminar, entre los talareños que salían del auditorio, uno de ellos silbaba “Volver”, el tema que popularizara Carlos Gardel. Había bastado solo una hora de bella música para que los talareños puedan incorporar para siempre un nuevo y exquisito universo musical al que siempre pueden volver bajo la lumbre delicada del recuerdo.