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PATA DE RANA ZAPATA: EL CRACK RECONVERTIDO
Un accidente grave lo hizo cambiar de religión y ahora anota golazos en los campos del Señor
Escribe: Efraín Trelles
Foto: Depor
José Augusto Zapata Guzmán, el legendario “Pata de Rana”, pertenece a esa estirpe de elegidos capaces de hacer hablar al balón y cautivar a la afición con la de cuero. “Dios me dio un gran don para jugar al fútbol” dice. Desde la cumbre de sus sesenta años recuerda ese tiempo lindo, con 12 o 13 apenas, correteando tras el balón por los campos de su barrio de Acapulco. El tránsito al Torino le abrió las puertas de la fama y José “Pata de Rana” Zapata maravilló al lado de figuras como Humberto “Tobi” Correa, Paco Montero o Fernando “Muchachito” Guerrero. También jugó por la U y sobre el final de su carrera alcanzó a iluminar el buen fútbol que por entonces ofrecía Alianza Atlético.
Lo ganó todo. No solo el corazón de la hinchada. “Pero no supe ahorrar”, dice ahora con la vida transcurrida y sus hijos bien crecidos, felizmente. El sigue siendo un luchador y nunca olvidará el día en que su vida cambió de manera radical. Ya se había retirado pero seguía vinculado al fútbol. Su compañero, Percy Maldonado, se lo había llevado a Chanchamayo como preparador físico.
Era el 20 de agosto de 1992 y el gran Pata de Rana con apenas 35 años sufrió un derrame cerebral, eso que ahora se denomina accidente cerebro vascular (ACV). Zapata estuvo tres días inconsciente y al volver a este mundo se encontraba gravemente limitado. Tenía más de medio cuerpo paralizado. La recuperación fue lenta pero milagrosa. Su esposa y sus hijos lo rodearon en el momento debido pero lo más grande se dio al interior de su propio corazón.
En plena adversidad, y con las luces que se le apagaban, Zapata encontró la gracia del Señor y completó una gran recuperación. Solamente le quedó una molestia en la rodilla derecha, que pudo subsanar gracias a una prótesis. El crack de los golazos, el que la metía de media cancha o tumbaba con gusto a los arqueros más pintados volvió a hacer grandes jugadas pero en el campo espiritual. Con su crecimiento interno primero y luego congregando a los miembros de su iglesia evangélica Aposento Alto. Ya van 16 años que acude a su congregación y nunca se sintió solo, mucho menos cuando la prótesis se le infecto y sintió el apoyo de sus hermanos espirituales.
Los caminos del Señor son misteriosos. “Pata de Rana” Zapata, que hizo del prodigio físico su estandarte, lo perdió de un día para otro. Pero el crecimiento espiritual lo recuperó del todo, anotando así el mejor de sus golazos.
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