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Conozca proyecto escolar “Rinconcito de la Sana Alimentación“

20.12.2018

Antes de los exámenes de fin de año, los escolares del colegio Domingo Savio  probaron en las aulas un pastel de acelga. Estuvo sabroso. ¿De dónde provenían las acelgas? Del biohuerto que los escolares cuidan y cultivan desde hace siete años.

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El biohuerto recibe el nombre de “Rinconcito de la Sana Alimentación”.  Un título nada gratuito porque las frutas y verduras que se cultivan están libres de químicos. Y porque emplean las lechugas allí cultivadas en una rica papa a la huancaína, o la espinaca que riegan los alumnos de inicial, en unos sabrosos tallarines degustados en el mismo colegio.

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Todos los escolares han aprendido técnicas de riego (por goteo, por exudación, por gravedad) y cumplen escrupulosamente el turno en que deben ir a regar. Así aprenden disciplina y organización, pero también aprenden a reciclar: convirtieron las bolsas de suero en dosificadores de agua y así no pierden ni una gota. Saben que Talara sufre de la escasez del líquido elemental.

También saben que pueden aplicar el conocimiento de otros cursos en este biohuerto. Con el profesor de geometría midieron el área asignada al biohuerto (está en un extremo del colegio, por eso se llama “Rinconcito…”) y optimizaron su uso sembrando en forma de trapecio, por ejemplo.

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Y con el profesor de Comunicación practicaron la descripción observando los detalles de las plantas. Los más pequeños van y se ejercitan en el dibujo con las verduras o frutas como modelos. Y pintarlas termina en un festival de colores en el que cada uno de ellos aprende los matices del verde. Un mural frente al huerto, y unos alegres maceteros, son testigos de ello.

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Los niños hablan con naturalidad sobre invernaderos y  biohuertos colgantes. Y sobre todo hablan y aplican la técnica de hidroponía, es decir el cultivo usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola. Ingresar al “Rinconcito de la Sana Alimentación” permite ver cómo varias plantas crecen ya no en el suelo sino en plataformas colgantes. Este proyecto escolar ha logrado el primer lugar en dos concursos: el organizado por Petroperú y Ciudad Saludable sobre hidroponía y el concurso “Jardines y Áreas Verdes”, promovido por la Comisión de Gestión Ambiental de la Corte de Justicia de Sullana.

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Los profesores dirigen, pero los padres nunca están ausentes en esta apuesta por la vida. Los fines de semana deben regar y limpiar las plantas. No falta la tentación de coger algunas ramas de la hierba luisa que ya está madura y preparar una infusión, pero hay un orden y control que se respeta. Gracias a eso, varias cosechas han beneficiado a escolares de otros colegios a través de Qali Warma.

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René Ramírez Flores, una de las escolares del Domingo Savio, considera que este proyecto, además de fomentar el trinomio de trabajo “profesores-padres-estudiantes”, es una apuesta por una Talara mejor. “Nuestras futuras generaciones vivirán aquí. En todos los colegios debería replicarse estos esfuerzos por hacer de Talara nuevamente una ciudad verde”, dijo en declaraciones a Talara, mi orgullo. El reto está planteado.

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